Esta primera jornada se saldó con una victoria para el C.B. Santa Cruz, pero la expedición santacrucera tuvo que superar numerosos obstáculos para conseguir esta victoria, y no me refiero sólo a las dificultades deportivas que puso el rival. Se sucedieron numerosas anécdotas y hechos que hicieron que esta victoria no fuese tan plácida para todos de la misma manera, en especial para el Gran Delegado que tiene este equipo, el Señor David Melchor, que se tragó todos los problemas.
Para comenzar el viaje con buen pie, en el aeropuerto, y después del doloroso madrugón, Roberto Rueda, el “cerebro” y base de este equipo logró hacer un hito difícil de igualar: facturar el DNI. Tras entregar el carnet de identidad para la obtención de la tarjeta de embarque, y la posterior devolución del delegado a cada uno del mismo, Rober tuvo el acto reflejo de guardar su DNI en la cartera, hasta ahí bien, pero luego la cartera la guardó en la maleta que segundos después entregaría para facturar (OUCH!!). Al darse cuenta, lógicamente la cinta ya se la había llevado, la incredulidad del grupo fue proporcional a las carcajadas que se produjeron. Algunos de los compañeros explican que lo sucedido fue consecuencia de presentarse en el aeropuerto con el pijama (unas bermudas y esto no te pasa Rob!). Menos mal que las chicas del mostrador se encargaron de paliar el problema, dando una autorización para que pudiera viajar.
Muy agradables las chicas pensarán todos, todos menos Ayoze Bollit, el cuál vio como su maleta se quedaba marginada ya que la jugada del base se encargó de acaparar la atención de las chicas de la compañía aérea. Él avisó, pero no le hicieron mucho caso, y en el momento de recogida de equipajes en Barajas, sus peores augurios se cumplieron. Su maleta no estaba, y él se arrepentía de haberla facturado. Menudo sabor amargo tuvo durante todo el día, hasta que escasas horas del partido, pudo recogerla en el aeropuerto. Mientras la maleta seguía en paradero desconocido, fueron numerosas las ideas para que Ayoze pudiese disputar el encuentro. Zapatillas de Fumero, con pantalón blanco del año pasado de David, calcetines de Kike y hasta yo me dispuse a sacrificar una camisa blanca de vestir, para tras un par de cortes y pego, intentar que se pareciera algo al equipaje. Por suerte no hubo que hacer nada de eso, menos mal.
Por fin empieza el partido, a eso veníamos, baloncesto, sólo baloncesto. Pues no. Minuto 4 de partido codazo del número 11 que impacta en mi delicada barbilla, y corte que empieza a escupir una cantidad de sangre asombrosa y que no tenía ninguna intención de parar. Cambio obligado y ahí comienza el cursillo acelerado de ATS que tuvo que hacer David Melchor para intentar taponar la herida. La supuesta médica, sí, bien digo, supuesta, porque si esa señora practicó alguna vez la medicina, yo construyo naves espaciales, hacía el trabajo más complicado. Para colmo lo pesado que soy yo y mis ganas de volver al campo hacían que la labor del improvisado enfermero fuera prácticamente imposible. El tape no pegaba por el sudor, las tiritas igual, ¿qué hacemos? En un arrebato sugerí que me rodearan la cabeza con pretape, y así fue como reingresé al campo de juego. Con un vendaje tan ortodoxo como antiestético. Mientras David se dirigió a una farmacia de guardia a comprar algo que pudiera taponar la herida. Entre todos los métodos improvisados, cumplieron con su labor y pude finalizar el partido y dirigirme al centro de salud dónde me hicieron 5 puntos de sutura.
En la sala de espera, David se dio cuenta de otra incidencia, otro detalle que convirtió su viaje en una pesadilla. Pero como el pobre ya sufrió con todo lo acontecido, vamos a dejarlo exento de desvelar este contratiempo, que como todo lo anterior se pudo solucionar.
Por todo esto, lo del sábado fue más que una victoria.
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